Sánchez Arminio: 80 años de fútbol

Felipe Badía repasa la carrera del arbitro Victoriano Sánchez Arminio en un cuento. Segundo capítulo.

Este domingo 26 de junio Victoriano Sánchez Arminio cumple 80 años. Les ofrecemos aquí el segundo capítulo del cuento biográfico sobre su figura escrito por Felipe Badía. En este enlace se puede leer el primero: "Remedón".

   

II

CORDONES

    —Hoy te habrás puesto las botas, nunca mejor dicho, ja, ja, ja, vendiendo sombreros de paja para caballeros con alopecia galopante, y pamelas para damas con peluca sintética acoplada en el cuero cabelludo —interpeló Esperanza, madre de Vitoriano—. Hemos disfrutado de lo lindo de un día soleado y caluroso en Santander, con fuertes rachas de viento sur, estupendo para poner en acción la caja registradora de cualquier empresa textil que se dedique a la venta de prendas que protejan las cabezas de los rayos solares,  je, je, je, seguro que más de un gorro habrá volao a las regüeltas aguas de la bahía de Santander por la Dársena de Puertochico, por la Grúa de Piedra o por el embarcadero de las lanchas que llevan a los domingueros a las playas de El Puntal y Somo, o a dar un garbeo hasta la isla de Mouro o por el río Cubas.

    

    —¡Piii…! Sí, mamá, has dado en la diana, como siempre que no me obligas a comer las lentejas con cebolla, calabacín y zanahoria, ja ,ja, ja, comida de viejas, el que no las come las deja. Atiende, las boinas y las chisteras están de oferta, a tres y cuatro pesetas la unidad, y a duro las gorras de plato para los guaperas que gustan lucir palmito en los Baños de Ola de El Sardinero. Como sabes, en los Grandes Almacenes El Águila hay un extenso catálogo de impermeables de reglamento para los días lluviosos de otoño, gabanes forraos para el frío de invierno, corbatas gran novedad para bautizos, bodas y comuniones en el Hotel Real de la avenida de Pérez Galdós, camisas para críos en edad escolar, batas para empleadas del hogar, cinturones y tirantes para varones barrigudos, fajas higiénicas para damas con reúma y un amplio surtido de trajes confeccionados a medida para todas las tallas y de todos los precios.

       «Se fue acercando la gente, al oír… ¡vendu baratu!, y le compraron de to. Se sucedieron los tratos: Pedro le compró una boina, adquirió una visera Teodoro y a Ceferino le vendió unos calzoncillos largos. Cándida compró una bata, guateá, mu maja, y Soledad consiguió pa Agustín una faja. Pepe le compró un buzu y unas bragas Jeromín pa una amiga que tie allá arriba en Lamadrid. La mejor venta de todas se la hizo al señor Lorenzo, le vendió un juegu de cama que era el últimu inventu, y es que no son de franela ni tampocu de algodón, están fabricás con algas, se adaptan bien al colchón, son sábanas mu calientes. No se olvide del recao y, si se acuesta en ellas, dormirá bien excitao. Doscientos euros pidió, Lorenzo cerró el tratu, se las llevó tan contentu pa probarlas en un ratu. Subió corriendu a la cama, pensandu ya en la erección, y la sábana era estrecha o era mu anchu el colchón. Lorenzo salió voceando…: “¡Oye, machu, que es estrecha!”. Y el paisanu había escapao con la furgoneta cuesta abaju». (Zamarrones  de Polaciones).

    —Vitoriano, no olvides de traer mañana de la tienda un cuello blanco para coserlo con corchetes en tu camisa negra de árbitro, es mejor que te lo lave y te lo planche aparte para que mantenga un blanco inmaculao. Ya sabes que tienes que ir bien vestido y limpiuco, como los chorros del oro, pa dar buena imagen, «como te ven te tratan». La gente se fija en todo, «el hábito no hace al monje, pero ayuda», ja, ja, ja, y que nadie te acuse de ser un cochino arbitrucho. Bueno, todavía no tenemos lavadora automática en casa, pero con lejía Coneja y con jabón Chungo, frotando con respe, no quedará ni rastro de manchas de sudor ni de barro en tu ropa de arbitrar —concluyó la arenga Esperanza.

    —¿Por qué, zapatero a tus zapatos, je, je, je, nunca mejor dicho, no cambias de oficio? —sugirió el dueño de Calzados Gómez al muchacho—. Vitoriano, llevas quince años trabajando como escaparatista-«escapista». ¡Ja, ja, ja! En esta zapatería, no tenemos ni la más mínima queja de tu profesionalidad ni de tu laboriosidad, eres un eficiente empleado que cumple con su trabajo a la perfección, pero te escapas los sábados, pillín, precisamente cuando las ventas son más importantes y más te necesitamos, para arbitrar partidos de fútbol en Galicia o en la Conchinchina. Últimamente, el mundo del arbitraje te tiene absorbido el coco, andas más despistao que una abuela nonagenaria en cualquier discoteca de la calle Panamá a las tres de la madrugada. En fin, je, je, je, si todavía fuera por culpa de alguna noviuca a la que le hubieras echao el ojo, te perdonaríamos.

    

    »Ayer le vendiste a una señora del Río de la Pila dos zapatos del pie derecho, para más inri, se los quisiste meter a golpe de calzador.      Con tan mala fortuna, que la hiciste una carrera en las medias de seda que acababa de estrenar y, como servicio extra, para que se fuera satisfecha con la atención prestada, cogiste las tijeras de Isabel, la pescadera de la calle Becedo, para cortarla las uñas de los pies, jurando y perjurando que sería una lástima que se rayase el cuero de primerísima calidad con semejantes mejillones de las bateas cántabras. No te pude avisar, pero la pobre mujer estaba recién operada de juanetes, uf, la tuvimos que ayudar para que no se tropezara ni se cayera al salir de la zapatería, conseguiste que la compradora se pusiera colorada como un pimiento de Isla. No eres podólogo, ni siquiera, por ahora, aunque estén muy baratos, ja, ja, ja, tienes un Máster en Manicura y Pedicura por la Universidad Juan Carlos I. Amigo, como sigas a este ritmo, me quedo sin clientela en menos que canta un gallo desplumao. Durante la Semana Especial del Zapato Veloz, qué mala pata, je, je, je, solamente entraron en la tienda clientes cojos, ni que llegasen lisiados de la guerra del Golfo, menos mal que no liquidamos guantes de jardinería, porque se nos habría presentado en la tienda el manco de Lepanto, jo, jo, jo, con los turcos pisándole el talón de Aquiles. Como era lógico, tuvimos que poner las botas de agua a mitad de precio, no íbamos a estafar a la clientela vendiendo el par de Chirucas al mismo precio que una unidad desparejada. Chaval, si montas un circo, te crecen los enanos como Pau Gasol, ji, ji, ji, gigantón baloncestista de la selección española campeona del mundo.

    —¡Piii…! ¿Acaso tengo yo la culpa, vaya por Dios, de que el Excmo. Ayuntamiento de Santander, antes de que la alcaldesa Gema «SinIgual» —je, je, je— tenga a bien instalar más escaleras y rampas mecánicas en los barrios de la ciudad, haya sustituido la popular Subida Ciclista a la Cuesta de La Atalaya por la I Bajada Internacional a la Pata Coja desde Vista Alegre al Mercado de la Esperanza?  

    —Vale, de acuerdo, presentaré una queja formal por escrito en el Registro de la Casa Consistorial reclamando judicialmente daños y perjuicios, pero basta ya de escusas, je, je, je, que te está creciendo el apéndice nasal tanto o más que al mismísimo Pinocho. Ayer por la mañana, entró en la tienda un caballero de muy buen porte a comprar un par de botas de piel, sin más ni más, porque te dio la gana, le mandaste a la Batalla del Vino de Haro (La Rioja), por cierto, era abstemio, hip, hop, no había tomado alcohol en su vida. El jueves nos visitó una parroquiana que quería probarse unas «al-par-gatas», «al-par-ga-tas» de guata, le respondiste que en la calle Tantín, la más sonora de Santander —tan-tín, tan-tín, tan tín—, encontraría una clínica veterinaria donde crían gatas siamesas y persas, cuando es alérgica a los gatos.  El mismo día, por la tarde, atendiste a un joven que te pidió unas playeras del número cuarenta y seis, tamaño trainera de Pedreña, le sugeriste que cogiera el trolebús municipal en Correos  —Línea 46— y que no se apease hasta la parada de la playa de La Magdalena, como si fuera un  turista cualquiera; pero el colmo de los colmos, «el no va plus», como para mear y no echar ni gota en el calzoncillo, mecagüendiez, el sábado, a punto de cerrar, recaló en el negocio una abuela, casi centenaria, apurada, jadeante, je, je, je, te preguntó si quedaban cordones de colores vivos o de lunares rojos… ¿Qué entenderías, tú, alma cándida…? 

Poniéndome en lo peor, me las lías pardas, majuco, pensarías que se iba de marcha a Cañadío con su media naranja, no querrías que la dejara en estao de buena esperanza, je, je, je, el caso es que la enviaste a la Farmacia de Pérez del Molino, está en nuestra misma calle, supongo que para que se mirase la tensión arterial o el colesterol en sangre, a estas alturas de la vida es lo que recomiendan los médicos de cabecera de cualquier Centro de Salud de la Seguridad Social. 

    —¡Piii…! Patrón, patrón, sea comprensivo, je, je, je, un mal día lo tiene cualquiera; estoy harto de aguantar olor a pies sudaos y de pispiar calcetines con más kilos de tomates que en la Fiesta de La Tomatina de Buñol, je, je, je. Me acabo de enterar por un amigo del Barrio Obrero del Rey que una importante empresa de productos lácteos americana necesita un agente comercial pa la zona norte de España, me vendría muy bien este nuevo empleo, aunque la verdad, je, je, je, es que preferiría vender paletas de jamón ibérico, barras de chorizo de Pamplona o huevos gigantes de avestruz para estampárselos a más de un tuercebotas en la mollera —aclaró el futuro representante intercontinental de Mayonesa Kafre—. Es broma, la violencia únicamente genera más violencia enquistando los conflictos para siempre. Si firmo con ellos, me harán un contrato indefinido si el primer mes vendo un mínimo de quinientos botes del tamaño familiar. Se trata de una gran exclusiva, pues las amas de casa tendrán al alcance de la mano un ingrediente básico para condimentar la ensaladilla rusa, para mezclar con los langostinos cocidos de Huelva y para poner en la clásica tortilla de patata española para llevar los domingos a la playa, sin necesidad de tener a mano huevos, vinagre, sal y aceite para preparar la  típica mayonesa casera, corriendo el riesgo innecesario de que se pueda cortar…

    …Este nuevo producto se conserva, perfectamente, en la nevera o en la fresquera, no se estropea si se mantiene en un lugar frío que no esté al alcance de los niños. En España, casi todo el mundo ya tiene frigorífico y lavadora en su casa, mi padre acaba de comprar un televisor Philips en blanco y negro de 19 pulgadas para ver los sábados los partidos de fútbol que televisan en TVE2 y Cesta y Puntos, en este concurso participa el Colegio Escolapios del padre Ramiro, es un colegio muy grande de la calle Canalejas, están muy bien preparaos esos chicos, si ganan, como premio, los obsequiarán con un estupendo microbús de treinta plazas para trasladar a los equipos de fútbol y de baloncesto del C. D. Calasanz que participan en distintas competiciones regionales y escolares. En el pabellón de deportes, hay un excelente ambiente, se juegan un montón de partidos de fútbol sala todos los fines de semana, familias completas, no se mojan, pasan sábados enteros comiendo montones de pipas, para mosqueo de los curas, que no las vendan, je, je, je, que luego tienen que barrer los cascos. 

    —Vitoriano, te ayudaré en todo lo que esté dentro de mis posibilidades para que salgas adelante en tu nueva aventura laboral —aseguró el Sr. Gaspar—. Durante la próxima campaña escolar, obsequiaré con un tarro pequeño la compra de un par de mocasines: «Con Mayonesa Krafet y Zapatos Gorila, la vuelta al cole será una maravilla». ¿Qué te parece este eslogan publicitario? ¡Ja, ja, ja…! ¡Será un éxito! ¡Nos los quitarán de las manos…!

    —¡Piii…! No se preocupe, se lo agradezco de igual manera, no parece demasiao acertao, je, je, je, obsequiar mayonesa con el calzao. ¿No sería más adecuao regalar un buen desodorante para los pies?, ¿o grasa de caballo para que los chavalines abrillanten de vez en cuando las botas que llevan al cole? Este próximo fin de semana tengo que asistir en el Hotel Ercilla de Bilbao a la promoción mundial de un nuevo producto: los tranchetes (queso en lonchas para degustar con las hamburguesas y con los sándwiches vegetales y de jamón con queso) —aclaró el joven representante comercial  del sector de la alimentación. 

    —¿Cuándo serán profesionales los árbitros de fútbol para que te puedas dedicar exclusivamente al arbitraje? —preguntó con curiosidad una compañera de la zapatería.

    —El fútbol hace tiempo que ha dejao de ser una actividad deportiva amateur, con el objeto de ganar pasta gansa, sí o sí, lo más rápido posible. —«El dinero no hace malo al hombre, es el hombre el que hace malo al dinero»—, se pueden cometer muchos abusos, ya que los empresarios capitalistas del fútbol no son ONG solidarias que trabajen desinteresadamente pa los negritos del Biafra o los pobres de Costa de Marfil. Que nadie dude que estaréis mejor preparaos, aunque los sueldos millonarios no sean la panacea universal que lo cure todo, ni dan la inteligencia, je, je, je, pues el que es malo lo seguirá siendo hasta decir basta. El error es humano, el hombre y el burro son los únicos animales mamíferos que tropiezan una y mil veces con el mismo pedrusco no se podrá evitar al cien por cien, aunque corráis como galgos y tengáis un pito de oro, je, je, je, no serías el primer árbitro que marca un gol de rebote con el trasero o lo evita con el brazo; es imposible dejar contento a todo el mundo —explicó el patró—. Ni lo intentes, porque te llevará al fracaso más rotundo. ¡Je, je, je! 

    —¡Piii…! Antes de que los colegiaos sean profesionales, ojalá me equivoque, les crecerá pelo a las ranas. ¡Croac, croac…! Yo entreno, tres veces por semana, como un futbolista profesional, ja, ja, ja, en el Complejo Municipal de La Albericia, cuando salgo de la zapatería, claro, si usted no me hace meter horas extras que alguna vez se despista y no me paga, je, je, je, durante noventa minutos, el mismo tiempo que dura un encuentro de fútbol oficial sin prórroga ni descuento. Los sábados y los domingos, lógicamente, descanso, ¿no le parece que ya es bastante entrenamiento?, para arbitrar dos o tres partidos de diferentes categorías.

Me desplazo, de un lugar a otro de la región, en renqueantes ferrocarriles, de incomodísimos asientos de madera, bien de Feve o de RENFE, según donde se dispute el partido. De acuerdo, no somos muy espabilaos, je, je, je, pa prepararnos físicamente damos vueltas como un tiovivo en las ferias de Santiago Apóstol alrededor de los campos de fútbol, rugby y hockey hierba de esas instalaciones municipales. Sin apenas luz, hacemos footing para mejorar el fondo físico y la resistencia aeróbica; el suelo es de grava suelta con tierra que se convierte en barro con pozas cuando llueve. Desde luego, este lugar no reúne las mejores condiciones pa’l entrenamiento, pero es lo que tenemos más a mano, si no queremos ir a correr a la Segunda Playa de El Sardinero, como ya hemos hecho en alguna ocasión; un día nos vamos a lesionar, resbala, no es fácil mantener el equilibrio, se parece un montón a los terrenos de juego que nos vamos a encontrar en Cueto, en Los Salesianos, en El Regimiento, en las Instalaciones del Racing, en Monte o en Soto de la Marina, por referirme solamente a lo que tenemos más cerca en Santander.

Antes de ir a la ducha, cuando nos acordamos, je, je, je, hacemos varias series de abdominales, no demasiado intensas, para reducir el perímetro de la barriga, o por lo menos para disimularla, je, je, je, sin necesidad de ponerse faja; algún compañero las usa, dice que es pa´l frío, y también realizamos carreras de velocidad pa no llegar tarde al punto de penalti o para escapar vivitos y coleando al vestuario arbitral si salta al césped el energúmeno de turno con no se sabe qué perversas intenciones, je, je, je. Bastantes equipos de fútbol juvenil y de regional también entrenan dónde y cómo pueden, sin luz eléctrica ni agua caliente para ducharse. En más de una ocasión he visto alumbrar los campos de entrenamiento con las luces de los coches de los padres y de los directivos, con riesgo de agotar la batería.

    —Es cierto, Sánchez, he visto a los chicos del Juv. Cervantes de Cilio Alonso corriendo por la avenida de Los Castros, es peligroso, espero que no ocurra ninguna desgracia; hay poca iluminación y los coches pasan muy rápido, y también a los chavales del Atco. Perines de Javi haciendo ejercicio físico en el Parque del Doctor Mesones de El Sardinero —aclaró el Sr. Gómez—. ¿No hay suficientes instalaciones deportivas en el fútbol modesto para formar a las nuevas generaciones en el deporte? ¡Tarjeta…! Los jóvenes futbolistas de Boli, cuando caen chuzos de punta, entrenan debajo de la Tribuna Principal del los viejos Campos de Sport, con permiso de Terio —utillero— y de su mujer, teniendo cuidao, ja, ja, ja; les sirve para practicar jugadas a balón parao, de no dar ningún balonazo, por lo que pueda pasar, a la colada.

    —¡Piii…! A veces, con suerte, si sus obligaciones laborales se lo permiten, dirige el entrenamiento un compañero, maestro de Educación Física. Como dije antes, cuando estamos solos, hacemos lo primero que se nos ocurre, sobre todo correr y correr como pollos sin cabeza, je, je, je, como decía Van Gaal. En el terreno de juego, por la cuenta que nos trae, je, je, je, procuramos tener la cabeza bien puesta sobre los hombros. Después, nos solemos reunir un grupo de árbitros, aprovechando la vuelta a casa, tomando una caña de cerveza con gaseosa, en el Bar La Arboleda, en la Ciudad Jardín, para intercambiar opiniones sobre las jugadas más complicadas que nos encontramos durante el último fin de semana. Desgraciadamente, en bastantes ocasiones, tenemos que hablar de incidentes, de tánganas o de la agresión que ha podido sufrir algún compañero. Nos apoyamos, estamos muy unidos, a pesar de nuestras diferencias en otros asuntos, pues cualquiera de nosotros puede ser la próxima víctima de un acto violento…

En el Colegio de Árbitros, los viernes, a partir de las ocho de la tarde, en la pizarra, si el vídeo, como tantas veces, está averiado o se traba, Alciturri o Santiago, nos aclaran las posibles dudas que hayan podido surgir sobre el terreno de juego o en las imágenes de la moviola de la tele. No resulta nada fácil ponernos de acuerdo, somos demasiado testarudos, siempre queremos tener la razón, tanto dentro como fuera del campo, con el fuera de juego posicional ni con las manos voluntarias e involuntarias —tampoco actualmente—, je, je, je, dando lugar a que haya casi tantos reglamentos como colegiaos. Tengo bien claro que una norma básica no escrita es la ley de la ventaja, «¡siigaaa…! ¡que le he dicho que siiigaaa… »!, no me agrada, en absoluto, que un partido de fútbol parezca un concierto de pito, ja, ja, ja, piii, piii, piii, en el que el juego esté constantemente detenido. «¡Siiigaaa…!».

    —¿Es importante la labor de los jueces de línea? —quiso saber el empresario zapatero—. ¿Por qué no puedes arbitrar un partido tú solo? ¿Será que no quieres correr porque te pesa el trasero, ja, ja, ja?

    —¡Piii…! Jefe, no sea malo, los que tienen que correr son los futbolistas y el balón, ja, ja, ja, que para eso es redondo y bota. Mire, seguro que no lo sabe, un campo de fútbol mide aproximadamente cien metros de largo y más de cincuenta de ancho, aunque haya algunos como el de Monte o el del Atco. España de Cueto en los que se podría jugar perfectamente al fútbol sala, ni en Regional Preferente ni en juveniles llevamos asistentes, faltan árbitros en Cantabria. En el terreno de juego, además de los dos equipos de fútbol, hay un tercer equipo: el arbitral. Que vayamos de negro, como los curas, je, je, je, no quiere decir que se nos haya muerto el canario, ni que trabajemos para la Funeraria de Hnos. Nereo, je, je, je, supongo que será porque no habrá equipos que vistan así.

A mis auxiliares, les insisto, ante la duda, en los fueras de juego, que levanten la bandera con seguridad, decisión y aplomo. No me gusta dejar a los asistentes con el molde, por lo que supone de merma en la confianza del compañero, están muy cerca del público, se desahoga especialmente con ellos. Los miembros del equipo arbitral tenemos que andar muy atentos en Estudio estadio y en otros programas deportivos de la tele, han introducido la moviola que repite una y otra vez, hasta la saciedad, a cámara lenta, desde distintos ángulos, las jugadas dudosas, para tocarnos las narices, para buscar los errores arbitrales y para cargar las derrotas en el debe de los colegiados.

Ni así se ponen de acuerdo los periodistas deportivos y sus colaboradores, que discuten de un Reglamento que nunca han leído e interpretan defendiendo los colores de su equipo preferido. Con descaro, se nos achaca que no hemos jugao al fútbol, ¿quién no ha practicao este juego de chaval?, ¿acaso los periodistas han sido árbitros? Que yo sepa, para ser un excelente psicólogo-psiquiatra, aparte de haber estudiado en cualquier universidad española, no hace falta haber padecido una enfermedad mental ni ser bobo. A pesar de las urgencias, no se olvide de que la veteranía es un grado, y que hay futbolistas que son muy malos actores, je, je, je, con buena vista y buen tacto, no es tan complicado interpretar la voluntariedad de determinadas acciones teatralizadas que suceden durante el desarrollo de un encuentro. Estas maniobras antideportivas, comprendemos las reacciones en caliente de los futbolistas, aunque esto no signifique que tengamos que estar de acuerdo con ellas, tendrían que ser castigadas con mayor severidad por los diferentes comités de competición para erradicarlas más pronto que tarde de los campos de fútbol. Nuestra obligación, no nos queda más remedio, es actuar en consecuencia, a pesar de que no sea plato de buen gusto tener que expulsar del terreno de juego a nadie.

    —¿Los árbitros son castigaos sin merendar, je, je, je, si fallan, como les sucede a los futbolistas que no se encuentran en su mejor estado de forma? —quiso saber un curioso contertulio. —¡Piii…! Si nos equivocamos con errores de bulto, que no sean interpretables, como pueda ser una falta voluntaria o involuntaria, por desconocimiento del Reglamento, por ejemplo: señalar fuera de juego en un saque de banda, sacar tarjeta a un espectador, je, je, je —un colega le señaló fuera de juego a un guardia civil—, dejar que se efectúe un cambio sin estar el juego detenido, permitir que un equipo juegue sin portero o consentir que un futbolista participe en un encuentro descalzo o en bermudas, je, je, je, nos pueden «meter en la nevera», y ahí dentro te puedes quedar congelao durante varias jornadas. De forma discreta, sin ningún tipo de publicidad, nadie está libre, por diferentes motivos, de pasar un bache en la vida, se suele comunicar a los colegiaos que no tienen que descuidar la preparación técnica ni física, todos somos necesarios, aunque sigan dirigiendo partidos de categorías inferiores. No sería justo, vaya palo, que a un jugador se le castigara por fallar un penalti. Procuro ser muy escrupuloso, característica de un buen juez, sin cargar las tintas, en la redacción de las actas, para que nadie pague por lo que no hizo. Es cierto que determinados futbolistas, cuando juegan en casa, nos meten mucha presión, protegidos por los gritos de ánimo de su afición, pero nunca nos tenemos que poner a su altura, no es necesario guardársela para cuando jueguen lejos de su estadio, je, je, je, pero ya les pillaremos. Dani, del Athletic de Bilbao, en su campo, era como una mosca cojonera, pero fuera de San Mamés se parecía más a una gallinuca clueca, cococo, por cobardica, je, je, je, o a un corderito, beee. Conocemos a los futbolistas tan bien como ellos nos conocen a nosotros, sabemos perfectamente con quién nos gastamos los cuartos y de quién no nos podemos fiar.

   —¿Cobraréis unos buenos emolumentos? —cuestionó Gonzalo, uno de los hijos del zapatero, encargado de llevar la contabilidad del negocio—. ¿Estarás ahorrando, ja, ja, ja, para la boda?

    —¡Piii…! Amigo, el dinero del arbitraje es escaso, es un sobresueldo que nos viene muy bien pa poder llegar a fin de mes sin tantos agobios, pero tampoco es que sea como para tirar cohetes, ganas tú mucho más, ja, ja, ja; ni para quemar una traca el día 19 de marzo, Fiesta de San José, en Valencia. Por el momento, no levantemos la liebre, ja, ja, ja, no existe ningún control por parte de la Agencia Tributaria ni de la Inspección Fiscal sobre estos ingresos extraordinarios. Ya que me preguntas, más o menos, un árbitro de Primera División, durante una temporada, dependiendo del número de partidos que arbitre, je, je, je, puede sacar unas cuatrocientas mil pelas al año, limpias de polvo y paja.  No está nada mal para los tiempos que corren, llega para pagar la hipoteca de la casa, si no tienes un piso en la noble avenida de Reina Victoria —milla de oro santanderina—, para abonar las letras del utilitario y para juntar unos ahorrillos para pasar quince días de veraneo en un apartamento de Benidorm. No se te olvide, con el dinero que cobran los árbitros de regional no les alcanza ni para comprar un paquete de pipas en el quiosco de mi amigo Javi Abascal en San Martín.

—Bueno, Sánchez, ya está bien de tanto rollo, tengo que cerrar la zapatería, me han parecido muy interesantes y acertadas la mayoría de las cuestiones que me has planteado en este ratuco de didáctica tertulia, sigue adelante, con decisión y con firmeza, el camino que has emprendido. Bueno, ahora me toca a mí ser valiente, je, je, je, me espera mi esposa en casuca para sacar la perrita con la bolsita para que haga sus necesidades fisiológicas, pero primero voy a parar en la tienduca del barrio para comprar unas patatas de Valderredible y una docena de huevos frescos de la Granja Portilla de San Felices de Buelna, mi esposa prepara una tortilla con cebolla de vicio. No lo dudes, me conoces de sobra, soy un empresario legal y decente, pasa cuando quieras a cobrar el sueldo de este mes y la liquidación, estás dado de alta en la Seguridad Social desde el primer día que pasaste por esta puerta, puedes estar tranquiluco, tienes seguro médico y el derecho al paro obrero actualizao —se despidió el mandamás zapateril.

«Los derrotados pierden por él y los victoriosos ganan a pesar de él, coartada de todos los errores, explicación de todas las desgracias, los hinchas tendrían que inventarlo si él no existiera; cuanto más lo odian, más lo necesitan. Durante más de un siglo, el árbitro vistió de luto. ¿Por quién…? Por él».